viernes, 14 de febrero de 2014

Ya no hablamos de amor


Hace ya mucho tiempo que nos quedamos callados, pecamos de largos silencios. Nunca nos gustaron las melindrosidades, ni nos prometimos polvo de ningún tipo de estrella o constelación alguna. Nunca fuimos tan sublimes el uno para el otro, sólo un hombre y una mujer que se encontraron, que se miran a los ojos antes de dormirse, que les tiembla la voz cuando se hablan. Estuvimos siempre conscientes de que las cosas cambian, los tiempos, los cuerpos, los sentimientos, las actitudes, los pensamientos, el deseo. Ya han pasado algunos años, la vida se ha hecho algo rutinaria, sedentaria, monetaria, gravitatoria.


Detrás de los largos ratos de mutismo están las cosas del corazón que ya no digo porque considero no necesario decirlas siempre o a cada rato. Probablemente mi arrogancia me hace estar seguro de que ya no necesitas escucharlas porque las sabes, podría ser que me esté equivocando de tacto, no lo sé. Creo que podría pasar lo mismo contigo. 

Nuestras muestras de afecto se reducen a lo más básico, tomarnos las manos, besarnos, dormir juntos, compartirnos. Nos sabemos libres, sin necesidad de llenar los huecos que la vida nos ha dejado, sin necesidad de apagar la luz en ningún momento. Todos los días haces lo tuyo, yo hago lo mío, nos ayudamos y lo seguimos haciendo bien. Nunca te fue necesario buscar en mí seguridad de ningún tipo, no nos sujetamos nunca a ideas externas o a teorías revolucionarias, tratamos de comprender el amor, nuestra relación, nuestro tiempo, pero más que entenderlo y desmenuzarlo lo sentimos, lo vivimos.

Siempre me sorprende tu constante inquietud, tus pasos, tus libros, tu música, tu alegría, tus miedos, tus incertidumbres, tu capacidad crítica, tu madurez, tu trabajo, tus enojos, creo que después de tanto tiempo ha sido la capacidad de asombro la que nos mantiene juntos. 

Y así, sin ningún oprobio, sin ningún instinto arcaico, sin ninguna conspiración de los tiempos modernos, sin ningún velo de sospecha, contención, dominio o freno, ni prejuicio de la razón o naturalismo inscrito en la piel, te admiro, te observo la sonrisa y el paso de los años en tu cuerpo y en tu rostro y eso me hace feliz. 

De algún modo hemos sustituido las palabras cuando estamos juntos, nos hemos quedado callados porque tú y yo hemos encontrado otra forma de comunicarnos. Y eso nos hace felices. 


(En algún momento, en algún lugar.)


No hay comentarios :

Publicar un comentario