miércoles, 27 de marzo de 2013

Eufonía

Melodía sin nombre,
sin secuencia, ni recuerdos,
que suena al martillo que golpea,
a las balas que nos matan,
al quejido de la avispa
que se quema y se aparea.

Melodía de mujeres
que me atestan el ocio y la víscera
de promesas y de usuras,
como hielos en la hielera
o gatos entre la basura.

Melodía de las calles,
de gargantillas de finas damas,
de los turbios espejos de las niñas,
o el rubor aburrido que tanto amas.

Melodía de las sombras,
de tus latidos por la mañana,
de tu garganta seca,
carencia que desea dulces ruidos
de cucharas o vajillas,
de los autos y las aves,
de tu rostro enardecido,
de insultos y tunantes.

Melodía de la noche,
que no dices nada,
ni mandas ningún aprecio,
háblame al oído, ampárame,
sedúceme con cadencia y ritmo
el lento baile de mi silencio.

Abril 2003


Sobre el Despiste (Extracto)

Mis palabras son tan holgazanas y desidiosas que se obstruyen unas a otras queriendo decir cualquier cosa, queriendo pensar o recordar algo significativo, están tan próximas al nihilismo, a los oscuros rincones de mi existencialista red de neuronas, me pregunto ¿cómo las devuelvo de sus vacaciones, de su descanso, de su parrandera vida? Duermen sin que yo pueda hacer nada.          

La disidente simpatía que tengo por la estupidez, me recuerda la animalidad de mi persona, la bobeidad cínica de quien está más próximo al cacicazgo de las ideas abruptas, soy un monopolizador de la estulta espontaneidad, de la estolidez racional, lógica, estructural, bien pensada, bonita, esa que puede sin tanto esfuerzo ni enfado generar risotadas que alimenten el círculo vicioso.

Soy víctima de los días aciagos, aburridos, soy esclavo del ocio, del aire de la primavera, de los pechos sudorosos, de las palabras rimbombantes, del sistema escolar, de la poesía existencial, de las aspirinas, los cerebros hinchados, del insomnio activista que me somete. Soy esclavo de mis propios ojos, de las pestañas que me atrapan, amante de mi propia nariz porque a veces no puedo mirar más allá de ella.

La palabra más dulce, más sabia, más inspirada, más brillante se me muere siempre entre los dientes, se queda sin vida como los vampiros porque se desintegra con la luz, se enreda entre la viscosidad de mi lengua y el paladar hundido. La palabra más vacía y ligera, esa siempre ha de aparecer estelarmente entre desaforados y entrópicos deleites, miserable como el tiempo en que nace, crece y luego muere, sin ningún destino, pisando fuerte hasta quedar enterrada en los recuerdos de otros, pero no en los míos. 

Soy un hombre distraído y despistado, me reconozco tal cual, y me río singularmente de quienes lo son, pero les cuesta aceptar que se encuentran entre las masas de pensamiento impreciso o pueril ¿Por qué no habría de valer igual que el raciocinio desmedido? A fin de cuentas, miren hasta dónde nos ha llevado. Una vida sin tanto pasto en la cabeza tiene amplios y eudemónicos potenciales, no hay mejor terapia, conversión y sanidad, que aprender a reírse de lo estúpido que puede ser uno.
           
Daniel Vargas 
Martes, 20 de marzo de 2012.

De Higos a Brevas


Quisiera encontrarte ahí donde mis palabras callan,
donde se funde el deseo, el miedo y el silencio,
donde los brazos se han convertido en lámparas rotas
que ya no dicen, que ya no hablan.

Quisiera encontrarte en donde ya nadie busca,
en un espejo retrovisor, embalsamada de sudores,
apretujada y acariciada, apetecida por sultanes,
rota, triste, sola.

Quisiera encontrarte entre tus versos mudos,
entre tu colección de viejas frases sabias,
entre las piadosas verdades que te guardas,
que te disfrazas, que te matan.

Quisiera encontrarte, pero mi búsqueda se acaba
se agosta, se cansa, se apaga,
y tus palabras son silencios, tiernos  dulces higos
que ya no dicen nada, nada. 

27 de Marzo 2013
4:09 pm.

miércoles, 20 de marzo de 2013

El Ábaco de mis Memorias


Que recuerdos bastan para permanecer en la historia, los que carecen de esa irrisoria elocuencia o los que deambulan entre las fugaces ensoñaciones de una vida acostumbrada a las normas, a lo cotidiano. Que memorias habrá que conservar sino las que contengan significados llenos de aromas, de locura, de irrealidad que nos ata al flujo de la vida vista desde un ángulo diferente, desde la torre más alta para ver de cerca el mundo, o desde el pozo más hondo para añorar las mañanas y sus soles.

Los recuerdos se me recorren como las sumas de un ábaco, se cargan de un lado dejando huecos, dejando restas, multiplicando exponencialmente aquellos que me han llenado de aires buenos, de sabores lindos, como la espuma de la cerveza o la humedad de una mujer, dividiendo hasta el ostracismo aquellas imágenes que no me dicen nada, de rostros hurtados a los álbumes del olvido, seguramente por su incapacidad de mostrar su humanidad, débil, rota, igual que la mía, igual que la de todos.

Habrá que condecorar las palabras de mi boca que se atreven a decirse, a contarse, a exponer su frágil existencia, para ser ellas mismas la historia de una vida llena de contrastes, de anécdotas que prefirieron existir a nunca ser habladas o recordadas. Triste de aquellos que las niegan por su incapacidad de saberse creadores, humanos, señores de la vida, cortesanos del tiempo, de aquellos que han desperdiciado el aire queriendo respirar el de los demás.

Historia del tiempo que ha recorrido sus segundos, del tiempo que no se detiene, de los amores y los odios, de excentricidades y represiones que se enamoran unas de otras, que se hacen el amor y engendran vanas memorias de días que quizá no debieron vivirse, pero que son indispensables para subir peldaños, escalar telarañas, escombrar viejos cajones llenos de viejas imágenes de lo que fue y no será o de lo que está siendo, respirando, comiendo, cogiendo, viviendo o llorando.

No cabe duda que en estos tiempos de pesadas y lentas elucubraciones, se necesita de una avispada mente capaz de almacenar algorítmicamente todas esas frugales y sobrias reseñas de lo que la vida nos otorga o nos quita, nos ilumina u obscurece, nos difumina, altera o ennoblece. Dónde está mi mente, hasta dónde me ha llevado, con todos nosotros, hasta dónde. 

Miércoles, 29 de Febrero de 2012
1:32 a.m

Por la Libertad, así como por la Honra se puede y debe aventurar la Vida.

martes, 19 de marzo de 2013

Preferible contar nuestra historia a que sea olvidada

Dónde haya camino recorrido, aun cuando poco se haya avanzado, más vale contar los pasos antes de errar el destino, mejor será atinar a dar de brincos hasta expulsar lo vivido, antes de partir y ser olvidado por tantas y tantos peregrinos. Que de mis manos se recreen mis días y de mi boca solo salgan intentos y más intentos, para decirle al mundo: ¡He aquí mis subterfugios, quiero compartirlos contigo! Que tu divina mente, tan llena de presencias, me sea buen refugio...  Y a reir y a llorar que aun nada se ha perdido.