Dónde haya camino recorrido, aun cuando poco se haya avanzado, más vale contar los pasos antes de errar el destino, mejor será atinar a dar de brincos hasta expulsar lo vivido, antes de partir y ser olvidado por tantas y tantos peregrinos. Que de mis manos se recreen mis días y de mi boca solo salgan intentos y más intentos, para decirle al mundo: ¡He aquí mis subterfugios, quiero compartirlos contigo! Que tu divina mente, tan llena de presencias, me sea buen refugio... Y a reir y a llorar que aun nada se ha perdido.
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